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Hoy no era un día normal

Me ha sonado el despertador. Pero hoy no es un día normal. La luz que se cuela entre mis pestañas me recuerda que hoy tengo que ir al hospital. Escucho buscando cualquier indicio de movimiento a mi alrededor. Silencio. Mi pequeño clan aún duerme. Anoche sus bracitos se colgaban de mi cuello pidiéndome que no fuera a trabajar, y sus besos- que normalmente están cargados de alegría- me suplicaban que no me pusiera malita. Y su padre y yo, sin saber qué contestarles, cruzábamos miradas que nos prometían que todo saldría bien.

Mientras me preparo busco entre cada célula de mi cuerpo la ilusión que me suele acompañar cada vez que sé que ese día lo voy a dedicar a ayudar a las madres y sus familias en el momento más importante, emocionante y duro de sus vidas. El nacimiento de su bebé. Pero hoy no la encuentro. Hoy el miedo me paraliza, y me recuerda con sus amargas lágrimas que por mucho que mi cabeza diga que es lo que debo hacer, mi corazón le discute y argumenta que ahora  mi lugar ha de estar en casa, protegiendo lo más importante de mi vida.

Apago el miedo como puedo, y con manos temblorosas me aferro a la bolsa donde anoche he dejado todo el material preparado. Jamás imaginé que la impresora 3D que un día compramos para proyectos educativos, ahora nos serviría para hacer material que nos protegiera frente a un virus que nos ha puesto en una situación tan extrema. Me aferro a ella mientras mentalmente doy las gracias a mi marido, a mis padres y hermanas por sus horas de trabajo inagotable para que el material sea suficiente para poder donarlo a personas que, como yo, están sumidas en la incertidumbre, la inseguridad y el deber de ayudar a quienes nos necesitan.

Hoy no es un día normal. Y es que cuando normalmente mis compañeros me reciben con miradas de cansancio tras un largo turno pero también de satisfacción, hoy atisbo a través de sus pantallas y gafas de protección que el miedo ha ganado la batalla y sus sonrisas no son más que una leve línea agradeciendo que al fin se pueden ir a casa.

Intentando deshacerme del nudo que me atenaza la garganta, les deseo feliz descanso y me equipo con todo el material casero que hemos elaborado. Equipo que muchos insisten en informarme de que es innecesario pero que yo sé que es lo único que me puede proteger para no infectarme y no contagiar a mi familia. Porque lo único en lo que puedo pensar es en que si eso pasara, no me lo perdonaría nunca.

No nos sentimos héroes, los héroes no estarían invadidos por el miedo. Tampoco nos sentimos grandes luchadores. Ellos normalmente saben que serán valientes en la batalla. Pero sí sabemos que cuando nos necesitéis ahí estaremos, armados con nuestras lanzas de plástico para ganar una guerra de la que todos juntos saldremos victoriosos.

Diana Martínez. Matrona

Hoy no era un día normal

2 comentarios en «Hoy no era un día normal»

  1. Que dificil Diana, normal el miedo, normal que tu corazon te diga que ahora ese no es tu lugar, normal que os sintais inseguros😔, sois personas humanas… pero para mi si que sois HEROES porque a pesar de todo ahi estais, en primera linea y dandolo todo. Cuidate mucho, pasará pronto🌈🌈 un gran abrazo.

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